Esta semana Dios me escogió como su mejor guerrero. Todo comenzó este lunes a primeras horas, un horrible dolor dentro de mi oreja me despertó a las 2:00 am. El dolor era tan fuerte que tuve que tomar dos paracetamol (los que me conocen saben que no suelo tomar medicamentos). Como hace tiempo no tomaba pastillas el efecto para mi fue inmediato y me mandó de regreso a la cama en menos de 10 minutos. Amanecí “bien”, hice mi rutina matutina y de repente al medio día el dolor regresó. Fui de emergencia al doctor, me pusieron una inyección que me calmó bastante, me recetaron dos tabletas de Ibuprofeno y unas gotitas para mi oído. Llegué a casa, tomé el Ibuprofeno y comencé a sentir palpitar mi ojo derecho. De inmediato, me acordé que soy alérgica a ese medicamento. Ahora no solo tenía un dolor en el oído sino que también un ojo hiper hinchado. Pero ¿Qué pasó? ¿Esto fue de la nada?. Claramente no, nada pasa por casualidad, todo es por causalidad.
Las últimas 3 semanas he estado viviendo en piloto automático, me convertí en una máquina de hacer, prioricé muchísimo el checklist que tenía en mi agenda y por más que habían días en los que me sentía agotada, no escuchaba mi cuerpo y seguía llevándolo al límite.
Por otro lado, este mes he tenido algunos desafíos con una persona que amo mucho, nuestra relación no ha estado caminando bien y sin darme cuenta he permitido que me afecte emocionalmente. Sin embargo, yo seguía en modo máquina y cada vez me alejaba más de esta persona por que estaba enfocada en cumplir mis objetivos.
Y la gota que derramó el vaso fue una de mis más grandes pasiones; el surf. Ustedes saben que amo el surf, aquí en Brasil el agua es calientita y sin darme cuenta a veces me quedaba entre 2 a 3 horas dentro del mar. El domingo tuve un exceso, estuve más de 4 horas dentro, nadie me sacaba; incluso me picó una malagua, pero ni ella pudo contra mi. Estaba tan conectada con el mar, que ni siquiera me percaté de que el sol estaba ardiendo en llamas. Y bueno, el resultado de todo esto que les he contado, fue un terrible dolor y malestar en mi oído derecho que hasta ahora lo sigo tratando.
¿Pero a qué voy con todo esto? Hoy quiero que reflexionemos juntos y aprendamos a escuchar nuestro cuerpo. Él nunca se equivoca. Te voy a compartir lo que aprendí de Nadia Giraudo una reconocida terapeuta y psicóloga argentina que ha desarrollado un enfoque holístico para comprender el cuerpo y su relación con la mente y el entorno a través de la Biodecodificación.
- Escucha activa: Cuando ya estaba con el ojo y oído inflamados, recién me preocupé y decidí escuchar mi cuerpo. Observé las sensaciones físicas que experimentaba, si tenía tensiones musculares, dolor o molestias en otras zonas. También puse atención a cómo reaccionaba mi cuerpo ante diferentes situaciones, emociones y entornos. Esto te va a permitir conectarte con las señales que tu cuerpo te está enviando, lo que puede proporcionar pistas sobre tus necesidades físicas, emocionales y mentales.
- Auto indagación emocional: Profundicé mis emociones y pensamientos. Recuerdan que les conté que he tenido algunos desafíos con una persona muy especial para mi. Bueno, según la Biodescodificación, el dolor de oído está asociado con la capacidad de escuchar y comunicarse. Esto suele surgir cuando hay dificultades para expresar nuestros sentimientos o cuando nos sentimos «sordos» a las necesidades emocionales de los demás. Y bueno… no puede estar más ligado con lo que estaba pasando con esa persona. Así que pregúntate cómo te sientes en diferentes momentos del día y qué desencadena esas emociones. La auto indagación emocional te ayuda a comprender cómo tus emociones y pensamientos impactan en tu cuerpo y viceversa.
- Prácticas de autocuidado: Esto para mí es básico, por más que mi cara estaba deformada el lunes y martes, no dejé de cuidarme. El lunes la pasé todo el día en cama porque las pastillas me hicieron dormir muchísimo, pero el martes ya tenía un poco más de energía (a pesar de que el dolor intenso seguía). Me puse linda y justo llegó un amigo a traerme un postrecito para animarme el día. El miércoles regresé al gym, hice una sesión más ligera, obvio nunca faltó la meditación y un buen descanso. La alimentación aquí también es crucial y el establecimiento de límites saludables en tus relaciones y actividades diarias. Al priorizar el autocuidado, te brindas a ti mismo el apoyo que necesitas para mantener un equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu.
Mis no negociables no tienen que ser los tuyos, por eso te voy a compartir ideas para que construyas tu propia lista, porque cada uno debe conocer sus límites y defenderlos.
BONUS:
- Te comparto el libro de Nadia Giraudo: Amazon Store
- Te comparto el perfil de Domenica Vallejo, quien hace sesiones de Bioneuroemoción en Perú: ¿Qué nos dicen los síntomas?
No esperes a que Dios te escoja como su mejor guerrero y empieza a conectar más con tu cuerpo. Nuestro cuerpo nunca nos falla; es un mensajero fiel de nuestras necesidades y deseos más profundos. Nuestras interacciones con el mundo exterior, nuestras relaciones interpersonales y nuestras experiencias emocionales influyen en la forma en que nuestro cuerpo responde y se manifiesta. Así que esos dolores de cabeza, espalda o lo que suele ser muy común en las mujeres, los dolores de menstruación (a mi me solía doler muchísimo antes de cada periodo, pero cuando empecé a escuchar y entender más mi cuerpo los dolores fueron desapareciendo y no necesité de ningún fármaco, tal vez escriba sobre eso más adelante) NO son normales. Es hora de dejar de ignorar sus señales y comenzar a escuchar con atención lo que tiene que decirnos.
Es muy cómico porque tenía muchas ganas de escribir esta semana pero no sabía qué tema tocar, y lo que me pasó fue el contenido perfecto para compartir con ustedes. Estoy escribiendo esto y aún sigo reflexionando, escribir se ha vuelto en una terapia maravillosa para mi. Estoy agradecida con cada personaje que encontré esta semana en el hospital. Yo estando en Brasil, me asusté mucho porque no me suelo enfermar de esta manera. Pero ellos me han hecho sentir como si estuviera en mi propio país.
Abrazo a cada una de las personas que me han ayudado, la recepcionista, los enfermeros, doctores, los chicos de la farmacia, todos. También un enorme gracias a Eliel, quien vino a visitarme el martes con un postrecito para alegrarme la tarde, la conversación que tuvimos era la que tenía que escuchar. Y no puedo estar más bendecida de tener a una hermana tan poderosa, ¡Gracias Mille!. Esa videollamada fue mi mejor medicina.
Gracias Dios por escogerme esta semana, cada día me haces más fuerte.
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