“Estoy bien, pero cuando logre esto estaré más contento”… Estoy segura que tú también lo has escuchado o quizá es algo que no dejas de decir. Esa persona era yo hace unos años, me convencí de que una vez que alcance mis metas sería feliz. Siempre posponía la felicidad hasta que se logre el objetivo. Caí tantas veces en esa trampa de que mi yo del futuro disfrutaría de la felicidad solo si lo lograba.
Durante muchos años he trabajado en metas específicas para poder lograr lo que he querido. Me funcionó con alguna de ellas, pero también fracasé muchas veces. A lo largo del tiempo me di cuenta que mis resultados tenían poco que ver con mis metas y mucho con los sistemas que había seguido para alcanzarlas.
El problema surge cuando pasas demasiado tiempo enfocado en tus metas y no en tu sistema, porque ¿qué crees que sucede con los perdedores y los ganadores? ellos tienen la misma meta, entonces ¿qué es lo que los distingue?. La respuesta es muy sencilla, implementar un sistema de mejora continua que permite lograr esa meta.
Ahora, ¿cuál es la diferencia entre una meta y un sistema?. Sencillo, las metas son los resultados que quieres obtener y los sistemas son los procesos que sigues para alcanzar esos resultados. Por ejemplo:
Meta: Ganar masa muscular
Sistema: La frecuencia con la que vas al gimnasio, la cantidad de proteínas y carbohidratos que consumes y tus horas de sueño.
Entonces ¿tú crees que si ignoras tus metas y te enfocas únicamente en tus sistemas podrías también alcanzar lo que quieres? Para mi y por que lo he comprobado la respuesta es sí. Sigamos con la misma meta “ganar masa muscular”, si respetó al pie de la letra mi sistema estoy segura que tarde o temprano el resultado será un aumento en mi masa muscular. No estoy diciendo que las metas sean inútiles. Las metas nos dan una dirección hacia donde queremos ir, pero los sistemas son mejores para lograr verdaderos progresos en tu vida.
- Pequeños pasos diarios: Haz cambios pequeños pero consistentes en lugar de intentar cambiar todo de una vez. Por ejemplo, comienza con solo 5 minutos de ejercicio al día y aumenta poco a poco (sorry que los únicos ejemplos sean sobre ejercicios, pero mi amor por el deporte es inevitable).
- Modifica tu entorno: Haz que sea más fácil realizar tu hábito y más difícil evitarlo. Por ejemplo, deja tus zapatillas junto a la puerta para recordarte hacer ejercicio.
- Hazlo evidente, atractivo, fácil y satisfactorio: Haz que tu hábito sea visible, atractivo, simple de hacer y gratificante. Por ejemplo, si quieres beber más agua durante el día, puedes colocar una botella de agua llamativa (atractivo) en distintos lugares de tu casa (visible y fácil) y al final del día te engríes con una recompensa por haber tomado todas las botellas de agua (satisfactorio).
Tengo mi top 3 de acciones que he incorporado desde hace dos años atrás y si me sigues sabes el gran cambio que ha dado mi vida.
- Experimenta la gratitud a través del voluntariado: ¡Este definitivamente es mi favorito! Inténtalo una vez al mes o una vez a la semana. Vivir en servicio amplía tu perspectiva de cómo ves el mundo y contrarresta las emociones negativas. Porque no hay nada más inspirador y gratificante que ayudar a personas que te necesitan.
- Practica la gratitud diaria: Tengo un cuaderno de agradecimiento, donde todas las mañanas escribo 3 cosas por las que estoy agradecida. En las noches agradezco cuando hablo con Dios. El agradecimiento en las noches es un plus porque programa mi cerebro y entro a un estado de calma; esto me permite dormir mejor.
- Gratitud visual: Estoy segura que hace mucho tiempo no te detienes a ver tu alrededor. No aprecias el escritorio que tienes para poder trabajar, esos lapiceros que te permiten llenar de apuntes tu agenda e incluso esa silla que te sostiene por largas horas de lunes a viernes. Tómate un momento para apreciar estas cosas y agradecer por ellas.
Cuando tu felicidad depende de tus metas, sin querer nos categorizamos. Si lo logro soy exitoso y si no un completo loser. Pero, obviamente eso es un grave error, no tiene sentido que restrinjas tu felicidad a un solo escenario, porque existen muchos caminos que te dirigen a las cosas que quieres lograr. El común de la gente solo percibe y te felicita cuando lo logras, pero no se detienen a ver todo el trabajo que has hecho detrás (o sea tu sistema).
Solo tu eres consciente de todo lo que has invertido por mucho tiempo, cuando parecía que no estabas haciendo ningún progreso, es lo que realmente hizo posible el cambio. Todas las cosas importantes provienen de buenos hábitos. Olvídate de las metas y enfócate en los sistemas.
Te comparto uno de mis libros favoritos para desarrollar sistemas: “Hábitos Atómicos” de James Clear
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